La arrogancia de tapanco
Por primera vez en mucho tiempo estoy en total acuerdo con Heriberto Yepez, quien comenta en su blog el artículo donde Rafael Lemus intenta responder a la respuesta de Eduardo Antonio Parra al artículo de Lemus sobre literatura "fronteriza" aparecido en Letras libres hace tres meses.
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Esta es la pequeña tunda que le propina HY a su ex amigo RL (hay que recordar que ambos hasta compartían un blog colectivo no hace mucho tiempo):
"Música de despedida. Alegato con delirio" es un texto que no tiene como tema a Tijuana sino, muy de paso, la literatura norteña. Rafael Lemus contra-responde a E. A. Parra, con lo que se denomina, según leo, "poética del ademán", que llamaría yo, más bien, una poética del berrinche. Parra acierta. Lemus es joven, pero no de edad, que no sería defecto, sino de mente. No es ningún secreto que Lemus quiere ser el Christopher Domínguez de su generación. El problema es que C.D. es mamón e inteligente, y Lemus nada más es mamón. Bluff 100% y jalón de trenzas, kinder person. Reseña sin teoría, habla de lo que no sabe, está enojado infantilmente. Dice para molestar. Se venga. Como él mismo dijo una vez: quiere escribir novela, pero no se atreve y, como no se atreve, palabras suyas, hace crítica, y todo esto, la neta, se nota. Su crítica sale del resentimiento. Cumple el peor cliché del crítico. Yo soy crítico, traductor, bolero y narrador, y tengo respeto por todos los géneros y más que todos por el ensayo —pues el ensayo es mi Aztlán predilecta— y cuando leo a Lemus veo su inmadurez, su hambre de pequeño poder, su arrogancia de tapanco. Lemus cree que hacer crítica (¡eso dice él mismo!) es tener la última palabra. Rafael, madura, conviértete en un escritor, deja de escribir rencorcitos, deja de rebajar la inteligencia conviertiéndola en muecas.
Como diría mi gran amigo Gerardo Lartigue:
!Mocos today!