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Literatura en el blog

12/21/2005

Lee o te madreo

Lee o te madreo


Leo en el blog de mi querido y siempre inquieto Edilberto Aldán una sugerente e interesante propuesta de campaña para impulsar la lectura a través del blog que inició en Alquimistas del diseño, inspirado en la cotorra publicidad de las librerías Gandhi.

Para sumarnos y no quedarnos atrás, aportamos el banner que encabeza este post para que lo coloquen en sus blogs, o mejor: hagan sus propios banners y enlácenlos a la página de Alquimistas a fin de que esto se vaya extendiendo.

12/18/2005

Escritores de treinta

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por Fernando Reyes 
 
(aparecido en el suplemento Arena de Excélsior
http://www.suplementoarena.com/355/citadinas.html)

Para Lina Zerón, bella,
talentosa y generosa


“No confíes en los mayores de treinta años”, reza el dicho. Muy vigente la frase, sobre todo en una sociedad en la que cumplir esa edad es como una entrada gratis a “la primera vejez”, así la llaman incluso algunos psicólogos de la vieja escuela gringa, que es la misma que impera en los valores actuales del “I´m okay, you´re okay” y demás parafernalia nauseabunda de la cultura del éxito. Si a los treinta años, no tienes una maestría o por lo menos una licenciatura, una profesión lucrativa o por lo menos un trabajo con sueldazo, una camioneta de lujo o por lo menos un carro del año, una casa propia o por lo menos una mujer propia, entonces no has hecho nada en la vida. Bienvenido al mundo de los frustrados, los losers, los derrochadores del fracaso.


Algo similar sucede en el mundillo de los escritores. Si has rebasado los treinta y no has publicado un libro, si no colaboras en algún medio, si no ganas ni un peso por escribir una cuartilla, entonces qué chingados le haces al cuento y al poema y a la novela. Ya te dejó el tren del establishment literario, el camión del triunfo en las letras mexicanas. Ya no te subiste ni al guajolotero de la escritura oficial. Pues ahora a moverse por aquí, por allá, chance y agarres un huesito en alguna institución cultural.

Para fortuna de la literatura mexicana (la que existe a pesar del ninguneo institucional), hay todavía escritores que se salen del huacal y publican su libro en ediciones propias, en editoriales independientes, marginales, “editoriales patito”, dicen los mismos integrantes del gremio escritural; porque eso sí, entre escritores nosotros podemos partir la madre, criticar personal y despiadadamente, “pero jamás nos haremos daño”. Algunos lo publican a la primera, porque se les dio la gana, porque creen en sus textos y les apuestan todo, sin importarles que la crítica (¿cuál?) los destroce. Hay otros que se deciden a hacer lo propio después de muchos rechazos en casas editoriales reconocidas, después de haber gastado un buen billete en “cuatro ejemplares engargolados” del volumen de cuentos o poemario, perfectamente empaquetados y enviados por Estafeta.

Este es el caso de Rogelio Flores, quien mandó al carajo todo este jueguito del padrinazgo, la recomendación para un editor prestigiado, del premiecito como carta de presentación, y se decidió a publicar su primer libro de cuentos Adiós, Princesa, en Descritura Ediciones, sello editorial que desde su inicio ha apoyado a jóvenes escritores. Finalmente una gran mayoría de autores se hicieron tocando mil puertas o editando con sus propios recursos. De Marcel Proust a Óscar de la Borbolla. A unos ya nadie los lee o se pueden encontrar sus libros más baratos que una torta. A otros, los critican porque siguen sacando ediciones propias. Lo importante es el texto, la literatura, y no tanto quiénes y cómo lo editen, con qué calidad de papel o forro. La literatura nació en las plazas, se dio a conocer de boca en boca y no en ediciones de lujo, de ésas que se quedan en las bodegas del Conaculta, aun con sus rimbombantes premios.

El libro de Rogelio, que tuve el privilegio de leer inédito y contribuir a su edición, es un volumen de cuentos con ritmo vertiginoso que fluye a veces desenfrenadamente y otras con mesura.
Con recurrentes metáforas de la podredumbre y multiplicidad de voces narrativas, sus personajes se sitúan de la niñez a la adultez. Jamás de la ñoñez a la madurez, puesto que son caracteres que van inevitablemente a contracorriente, son los de Roger protagonistas antagónicos, y antagonistas protagónicos: qué ricas madrizas se pone entre sí, qué exquisitas discusiones se avientan en plena vía pública. Son tan importantes los protagonistas como sus antagonistas, sin unos, los otros no tendrían sentido. Incluso, podría decir que son de mayor relevancia los secundarios que los primarios, y esto es un mérito. Habla de una literatura que no es solipcista, onanista. Los héroes aquí son los fracasados, los personajes principales son los que aparecen en el último eslabón de la cadena social. Rebeldes posmodernos. Su lenguaje es tan fuerte como el estigma social que lleva a cuestas cada uno, por ser un excluido del sistema. A ellos no les importa pertenecer a nada, acaso a unos labios voraces, a unas piernas hambrientas, a unos genitales golosos, a la locura apasionada de otro solitario citadino.

La característica que puede englobar a esta galería de personajes cien por ciento defeños es la necesidad de un amor real, aunque no sea el convencionalmente aceptado, buscan un deseo verdadero aunque apeste y tenga cicatrices, anhelan una amistad en la que se partan el hocico para demostrarse incondicionalidad, luchan por una relación de pareja aunque esté por encima de la fidelidad. Relaciones auténtica y descaradamente humanas es lo que buscan un niño ciego que mendiga en el metro, un chavito banda que odia ser office boy, un joven masoquista y lujurioso, un mariguano rocanrolero que platica con su pito, un periodista que mata para sacar sus notas rojas, un judicial adicto a la felación, un alcohólico que dice haber amado a la hija de Jim Morrison. ¿Qué otras historias podrían inspirar a un escritor treintón, amante del rock, los antros de mala muerte y las calles de la ciudad de México?

Hay que creer en estos escritores que no publicaron cuando eran niños, como José Agustín, ni esperan ganar el Nobel en su vejez, como José Saramago.

De este volumen (presentado en el Dada X y vendido en el Chopo), más de la mitad de los cuentos les partirán la madre de gusto, se embriagarán de inmoralidades, sus estómagos se indigestarán de palabrotas y les darán ganas de volver. Y los volverán a leer.
 

12/15/2005

American Psycho

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Un excelente artículo (y otras cositas más) sobre American Psycho, la novela de Bret Easton Ellis, cortesía de Mario Javier Bogarin de Mexicali.

* Comentario a este post:

Lamentablmente, creí que el texto principal incluido por Bogarin era de su autoria, dado que no incluye ninguna anotación o enlace al respecto. Lo cierto es que todo el post es una recopilación de textos de diferente origen.

La versión original del primero se encuentra aquí: http://www.henciclopedia.org.uy/autores/GCurbelo/BretEastonEllis.htm
Su autor es Gonzalo Curbelo y se titula: "Bret Easton Ellis: el escritor que te encanta odiar".

Ojala Bogarin tuviera el cuidado de aclarar esto en su blog. Y si no, pues tampoco se va a a morir alguien. Nomás no se paran en su blog y ya.

12/12/2005

Teoría literaria

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"Toda mi teoría literaria la puedo resumir en una sola oración: un autor debería escribir para la juventud de su propia generación, para los críticos de la siguiente y para los maestros de escuela de la posteridad".

Francis Scott Fitzgerald (1896-1940)